El terremoto saca a la luz la miseria de los que no tienen nada en un país cuyo PIB no para de crecer. No debemos conformarnos con una solidaridad superficial. Tiene que cambiar la mirada del Poder sobre sus ciudadanos
se produjo el viernes por la noche, en las regiones próximas a Marraquech. A las 23.11. El temblor se sintió incluso en Fez. No me enteré de la noticia hasta el sábado por la mañana. Inmediatamente me puse en contacto con mi familia y amigos en Rabat, Salé, Casablanca, Azilal, Marraquech, Agadir. Estaban bien. Todos hablaban de la interminable noche de horror que acababan de vivir. Teníamos mucho, mucho miedo. Pasamos la mayor parte de esa noche en la calle.
Después empecé a seguir las noticias, por televisión y por las redes sociales. Como mucha gente, quería verMe pasé todo el sábado pegado a las pantallas. Y cuanto más miraba, más y más vergüenza sentía de mí mismo. Al final, no era más que un egoísta que piensa ante todo en sus allegados, un egoísta que se preocupa en primer lugar por las personas que conoce.
En la tarde de este sábado negro esa esperanza se ha esfumado por completo. La ira aumenta. Descubrimos las vidas y las historias de este Marruecos abandonado que se encuentra a apenasy de sus lujosos palacios. Empiezan a tomar la palabra. Algo tiene que salir. Una profesora publica este tuit: “Todos mis alumnos están muertos”. Otro profesor, otro tuit: “Todos mis alumnos están muertos”.
los saca a la luz. En una miseria que se muestra ante todo el mundo. En vídeos que viajan a todas partes. Y que hacen llorar a mucha gente.El PIB de Marruecos no deja de crecer desde hace varios años. Pero el crecimiento económico no beneficia a todos. Lo sabíamos. Ahora, por culpa de este, lo vemos, comprendemos perfectamente la exclusión, la marginación. Y es insoportable. Insostenible.