La relación entre Jean Marie del Moral y el artista español más internacional se remonta a 1985. Desde entonces hasta hoy, se ha gestado un inacabable arsenal de gestos, espacios, materias y fetiches que conforma una obra en sí misma. Una obra que sigue avanzando.
Había vuelto a vivir en París tras cinco años pasados entre Montreal y Nueva York. Allí, en las salas del MoMA, los cuadros de los expresionistas abstractos americanos agudizaron mi amor por la pintura.
No se había mostrado muy entusiasta respecto a mi propuesta, pero se prestó a que fuera a fotografiar su estudio y hacerle unos retratos. Recuerdo que ninguno de los dos nos sentíamos a gusto, cara a cara, él enfrente y yo detrás de una Nikon sobre trípode. Llevo casi 40 años fotografiando la metamorfosis de sus estudios, siguiendo la pista de objetos que he visto aquí o allá a lo largo del tiempo.